Empezando esta aventura

EMPEZANDO ESTA AVENTURA

Por fin aquí está la sorpresita que os venía anunciando estos días.

Espero que este espacio llegue a ser un lugar de encuentro interactivo; ese libro de visitas; el diario de bitácora en el que también vosotros reflejéis libremente vuestras impresiones y emociones, y así nos enriquezcamos todos.

¡Ojalá que os guste! Irene

martes, 30 de abril de 2013

Ebrio de enfermedad - Anatole Broyard

"Estar enfermo o moribundo es sobre todo y en gran medida una cuestión de estilo"

Esta es una de las joyas que nos regala Anatole Broyard en su ensayo "Ebrio de enfermedad", que el autor escribió durante su cohabitación con un cáncer de próstata.

El libro entero es un alegato a la dignidad humana. Está bien escrito, se lee fácilmente y encierra lecciones de vida útiles para todos porque, enfermos o no, en algún momento tendremos que enfrentarnos a nuestra propia muerte.

No es un libro de auto-ayuda. Tampoco es un libro sobre la muerte lacrimógeno o victimista. Es directo, franco, completo, profundo, reflexivo y a la vez irónico. Exactamente en el estilo que él eligió para si mismo.

"Una enfermedad crítica es como un gran permiso, una autorización o una absolución".

Como enferma de cáncer, me identifico con ésta y muchas otras de las reflexiones que nos vamos encontrando por el libro. A menudo mis amigos y familiares me comentan que estoy desconocida, más radiante y luminosa que nunca, con más sabiduría y con una desinhibición que a muchos escandaliza. Es mi estilo para vivir esta etapa de mi vida. El cáncer ha sido mi gran permiso, mi gran oportunidad de modificar muchos de mis valores, desprenderme de muchos de mis yoes y encontrar mi esencia.

"La escritura es un contrapunto de mi enfermedad. Obliga al cáncer a pasar por mi carácter antes de que pueda llegar a mí".

Broyard era escritor, crítico literario y director del suplemento literario de The New York Times. Pero creo,  una vez más coincido en esto con él, que no es necesario ser escritor para utilizar la literatura con fines terapéuticos, para construir nuestro propio relato y con nuestro propio estilo. Es una manera de reivindicar cierto poder sobre nuestra propia existencia.

Especialmente brillante es el capítulo tercero: El paciente examina al médico. Han pasado más de veinte años desde que Broyard examinó a su médico, pero aún hoy y por desgracia sus planteamientos están de actualidad. Esperas de tu médico, no sólo que sea un buen médico, sino que además sea un ser humano y se permita serlo con sus pacientes, que sea también un poco filósofo y metafísico y que tenga sentido del humor. A medida que leía este capítulo, yo misma examinaba a mi médico, a mi General, y debo reconocer que pasa el examen con un sobresaliente alto.

Dice Broyard: "Sería más feliz con un médico ingenioso, que supiera apreciar la comedia además de la tragedia de mi enfermedad, sus manías y excentricidades, los chistes de una personalidad que ya no tiene nada que perder"...porque "el médico es el único pariente en un país extranjero". Lo sospechaba y lo ratifico ahora por qué hay oncólogos que tienen tan buena fama entre colegas y sobre todo pacientes. Hoy en día, los avances farmacológicos y científicos están prácticamente al alcance de todos los médicos. Lo que marca la gran diferencia es su calidad humana y su trato con el paciente. Gracias mi General por ser como eres.

Felicidades a Ediciones La Uña Rota por traernos este ensayo sobre la enfermedad, traducido además al español por nuestro laureado Miguel Martínez-Lage. No hace falta estar enfermo para disfrutar de él.

Irene Aparici

Nota bibliográfica:

Título original: Intoxicated by My Illness (and Other Writings on Life and Death)
Título en español: Ebrio de enfermedad
Autor: Anatole Broyard - 1992
Primera edición en castellano: marzo 2013
Editorial: La Uña Rota
Traducción: Miguel Martínez-Lage, 2013
Ilustración de la portada: Gonzalo Borondo, 2013
ISBN: 978-84-95291-25-7





sábado, 27 de abril de 2013

Desde casa


Mi Querido Ejército:

La Reina ya está de vuelta en Palacio. A pesar de haber estado muy bien cuidada en el hospital y de que me instalé allí recreando un trocito de mi espacio personal, he vuelto con necesidad de descansar y de disfrutar de mis cosas, especialmente de mi cama enorme y del colchón. Estas batallitas contra los mercenarios oportunistas desgastan bastante.

Los Príncipes están conmigo, contentos, cariñosos y cuidando mucho de mí. Y yo encantada de tener a estos dos hombrecitos guapos por aquí.

La inflamación del brazo ha bajado bastante, la fiebre desapareció, pero aún sigo con antibióticos y lo que te rondaré, morena. En los dedos me han quedado unas ampollas de recuerdo que me están curando, pero por lo menos, ahora los puedo mover.

Iré contestando a vuestros mensajes poco a poco.

Muchas gracias y muchos besos,

Irene

martes, 23 de abril de 2013

Desde el hospital


Querido Ejército Aliado:

Este parte de guerra se me hace raro de escribir. ¿Cómo deciros que he estado hecha polvo durante cinco días pero que ya estoy mejor y que además estoy feliz?

A ver, así rapidito porque aunque parezca mentira estoy liadísima:

1. Llevo seis días ingresada en el hospital Puerta de Hierro. Entré por urgencias con mucha fiebre y una infección subcutánea que me afectaba el escote, los hombros, la espalda y parte del brazo. Luego se me concentró en el brazo, que era algo indescriptible: caliente como un horno e hinchado como un salami italiano. De tan caliente que estaba, me han salido ampollas en los dedos que son quemaduras de segundo grado. Bueno, que no me iba a enrollar. El caso es que estuve muy grave pero al tercer día parece que los miles de antibióticos en vena que me están poniendo empezaron a hacer efecto. Desde el lunes por la noche ya estoy sin fiebre y mucho mejor, pero no me dejan salir aún. No hasta que no tengan todos los resultados de las pruebas y cultivos que me han hecho, para saber cuál es el bichito capaz de semejante agresividad.

2. Desde que se me ha quitado la fiebre, ya vuelvo a ser yo la de siempre. Me he hecho con el hospital: tengo ganado a todo el personal sanitario, entro y salgo más o menos cuando quiero, me he apuntado a varios cursos y talleres, estoy planificando alguna cosa con los de la AECC y bueno, también trato de tener mis ratos a solas en la cama para descansar y seguir escribiendo, porque todo lo que pasa aquí da para varios libros.

3. Y por qué estoy feliz, por lo de los premios de USA. Ayer me comunicaron que Mamá se va a la guerra, en su versión en inglés ha ganado tres premios en los International Latino Book Awards, que son los premios literarios más importantes de la literatura hispana que se fallan en Estados Unidos. Escritores como Carlos Ruíz Zafón o María Dueñas los han ganado otros años. El 30 de mayo se sabrá si el cuento ha quedado en primero, segundo o tercer lugar en cada una de las categorías. Estas por cierto me encantan:

Mejor libro infantil ilustrado
Mejor libro educativo
Libro más inspirador

Para completar el ramillete, Cuento de Luz, con otros cuentos publicados se lleva otros siete premios más, en total diez. Es un exitazo arrollador. Hemos quedado muy por delante de editoriales infantiles de toda la vida tanto españolas como americanas. Ana Eulate, es visionaria, capaz de seleccionar textos e ilustradores que transmiten valores e historias preciosas, sabe hacer equipo entre todos los autores, ilustradores, traductores y demás miembros de esta "familia luminosa". Tuvo un sueño y lo está haciendo realidad y de qué manera. Ana, estoy feliz de formar parte de él.

Y bien, hasta aquí el parte de guerra. Ahora voy a ver si soy capaz de activar una conexión para poder enviároslo.

Esta vez sí, os pido que me perdonéis si no contesto llamadas o mensajes y que si queréis saber más, habléis con mis hermanos o con Cristina, porque yo ya no doy más y necesito descansar.

Un beso muy fuerte,
Irene

lunes, 1 de abril de 2013

Cocinando con la YAYAPURI



Hoy he ayudado a mamá a cocinar. Es raro verla últimamente en la cocina. Estamos esperando a que nazca el hermanito y dice que todo le huele mal.

Pero hoy ha sido genial. ¡Vamos a freír alitas de pollo rebozadas en harina!

- ¿Te puedo ayudar, mamá?
- Claro Nico, tú pondrás la harina.

Me encanta jugar con la harina: mancharme las manos y también la nariz. Cuando hemos acabado, sobraba mucha harina en el plato.

- Mami, ¿puedo jugar con ella como hago en casa de la YAYAPURI?
- Y ¿qué haces en casa de la YAYAPURI?
- Uy, ¡muchas cosas! Siempre jugamos en la cocina. Hacemos tarta de manzana, torrijas, sopa de pollo…yo le ayudo mucho, pero ¡lo más divertido es cuando me deja jugar con la harina!
- ¿Y qué quieres hacer ahora?
- Mira…se le pone un poquito de agua…¡y se hace una masa!
- ¿Y ya está?
- Mamá, ¡no te enteras! Amasar es de lo más diver. Primero te pringas todas las manos, porque es muy pegajosa. Pero amasas, amasas y amasas, hasta que se queda así, mira, como plastilina.
- Ahhhh, ¿y a eso juegas con la YAYAPURI?
- ¡Y nos lo pasamos muy bien! Un día hice una pizza. Otro día hice unas tiras largas, largas y me las puse como si fueran un bigote.
- Y hoy, ¿hoy qué vas a hacer?
- Hoy…me voy a hacer una máscara del Fantasma de la Ópera
- ¡¿Tú te sabes la historia del Fantasma de la Ópera!?
- ¡Pues claaaaaro, mami! Cuando cocinamos la YAYAPURI siempre me cuenta sus historias. ¿Sabes? Ha viajado por todo el mundo y tiene una máquina del tiempo. Al fantasma de la ópera lo conoció cuando vivía en París, fueron novios. Y también era amiga de Tarzán y de la mona Chita y fue criada de Cleopatra.
- Uy, ¡qué susto me has dado con la máscara! Ven que te voy a hacer una foto con el móvil y se la mandamos a tu YAYAPURI, ¡a ver si adivina si eres tú o su novio el de París!