Empezando esta aventura

EMPEZANDO ESTA AVENTURA

Por fin aquí está la sorpresita que os venía anunciando estos días.

Espero que este espacio llegue a ser un lugar de encuentro interactivo; ese libro de visitas; el diario de bitácora en el que también vosotros reflejéis libremente vuestras impresiones y emociones, y así nos enriquezcamos todos.

¡Ojalá que os guste! Irene

viernes, 6 de julio de 2012

Tregua


Mi Querido y Leal Ejército Aliado:
La Reina se ha retirado a descansar al castillo de verano. 
La guerra ha sido muy cruenta durante junio, mucho más de lo que me podía imaginar, especialmente en  las dos últimas semanas. La combinación de quimio y radioterapia ha sido devastadora, para mi estado físico y mental. Además de la piel achicharrada, he arrastrado náuseas, vómitos y cansancio, mucho cansancio. Un estado de apatía indescriptible, en muchos momentos no me ha apetecido ni contestar al teléfono, ni siquiera a Cristina, con eso creo que os lo digo todo. Los que tenéis acceso a mi Facebook pensaréis que estoy exagerando a juzgar por las fotos que hay ahí subidas ya que mi aspecto físico no está muy deteriorado y parece que estoy siempre de juerga, pero la verdad es que reflejan solamente las tres ocasiones “imprescindibles” en las que me he encontrado bien para salir: la fiesta de despedida de mis cuñados, la exposición de Ángela Lergo y la comida anual de Cuento de Luz. He renunciado a algunos planes bien apetecibles porque simplemente lo único que quería era estar tumbada en la cama. Eso sí, las veces que he salido ha sido para disfrutar a tope, pasármelo bien y cargar pilas. 
Aun así hubo un día, un viernes por la tarde, que saliendo del hospital lo que hubiera querido habría sido morirme: una tentación horrible de renunciar a vivir. Por suerte mi ángel de la gurda me hizo gritar, como en la canción de Jarabe de Palo, y me envió a uno de vosotros que me dijo algo así como: Irene, eres fuerte, sigue nadando que vas a cruzar y llegar a la otra orilla del río, ven, agárrate a mi remo para descansar un poco. Y entonces me contó un chiste o algo que me hizo reír. Nunca estaré lo suficientemente agradecida a este maravilloso ejército. Tal vez no seáis lo bastante conscientes de la fuerza que me dais, cada día y cada uno a vuestra manera.
Y bueno hasta aquí el relato devastador. Esos días ya han pasado, pero no quiero olvidarlos y quería que también los conocierais, para que os hagáis una idea realista de qué va esta guerra.
Médicamente parece que todo esto ha servido para algo, aunque aún es pronto para valorarlo. La semana que viene me harán unos análisis de sangre para ver qué tal me voy recuperando y a principios de agosto me harán pruebas, seguramente un TAC, y en función de lo que salga, el General y yo tomaremos decisiones. Las opciones son operarme, darme más quimio y otras que aún no me han contado. Como todo va a depender de los resultados de las pruebas y yo, de asuntos médicos no sé mucho, de momento lo único que puedo hacer es estar tranquila, comer, descansar y disfrutar de este mes de vacaciones hospitalarias. Noto que cada día que pasa me voy sintiendo mejor.
Esta semana me he venido a una cabaña de piedra en un valle de Cantabria. El noventa por ciento de lo que se ve aquí es de color verde y lo único que se oye son los pajaritos y el cencerro de alguna vaca. Hace un frío que pela, para lo que es estar en julio. Duermo con la calefacción puesta y un edredón de plumas. Si os gusta el campo el lugar es idílico para venir con tu pareja, aunque para lo que yo quería también está muy bien. El único inconveniente es que no hay cobertura de móvil. Me dedico a dormir, a leer, a meditar, a hacer fotografías y a escribir. Una vez al día voy al pueblo más cercano a hablar por teléfono, mandar algún wassap y brujulear un poco por la red. Tampoco es que esté absolutamente aislada. Estoy a media hora de Santander y ayer, aprovechando que estaba muy nublado, me fui a pasear por la playa, a darme un bañito en las aguas gélidas del Cantábrico y por la tarde de compras. No sé, tal vez os parezca que estoy un poco excéntrica, espero que me lo digáis. Yo me veo como siempre pero algo radicalizada: a veces profunda, solitaria y reflexiva; a veces alegre y sociable y a veces con ese puntito frívolo e impulsivo que hace que no me dé vergüenza gastarme lo que sea en una cazadora de ensueño, en un cuadro o en cualquier otro capricho.
Hablando de Santander, cuando le dije al General que venía para acá, no dudó ni medio segundo en invitarme a que les haga una visita este fin de semana a su mujer y a él en la casa que tienen por Comillas. Es un encanto de persona, ¿no os parece?
Sí, estoy escribiendo algo. Cosas sueltas de momento. Tengo en la cabeza un próximo cuento y el esquema de una novela, que supondría dar el gran paso de escribir algo para adultos y de ficción, no autobiográfico.
Sé que aún no ha llegado el momento para el cuento que quiero escribir. Alguno de vosotros me ha sugerido que escriba “Cuando Mamá volvió de la guerra”. Y básicamente irá de eso pero de otra manera. Toda esta guerra está suponiendo  una etapa de crecimiento personal increíble que estoy compartiendo con vosotros casi en tiempo real a través de mis emails y que se retroalimenta con los vuestros, con las llamadas de teléfono, con los gestos de solidaridad, con vuestros besos, abrazos y con las caritas llenas de corazones en los wassaps. Todo esto quiero que mis hijos lo conozcan. Hay muchos valores y enseñanzas que he aprendido, que todos estamos aprendiendo, y quiero que ellos también las tengan: El valor de los amigos; la capacidad del ser humano de amar más allá de las limitaciones físicas, temporales, culturales y espaciales; la fuerza del optimismo; la inexistencia de límites si confías en ti mismo; la inmensa suerte que es poder vivir y morir con fe; la importancia de relativizar las cosas y las situaciones, especialmente aquellas que tienen que ver con el aspecto físico y la autoestima; las ventajas de compartir y expresar las emociones aún a costa de perder intimidad o resultar más vulnerable, la práctica de la paciencia…son muchas, muchísimas experiencias y enseñanzas positivas que se van asentando día a día en mi interior y que algún día, seguramente cuando esta guerra haya terminado, saldrán nuevamente directas desde mi corazón para ellos en forma de cuento.
Con respecto a la novela, creo que os voy a sorprender. Llevo algo más de un año con ella rondándome por la cabeza, pero aún no sé si llegaré a escribirla y mucho menos a hacerla pública. El argumento va de una mujer que lleva varios años de psicoanálisis y que tras varias relaciones duraderas pero fracasadas, por prescripción facultativa se lanza a vivir una segunda adolescencia plagada de aventuras con mucho sexo y poco compromiso. De a mano de su psiquiatra, en su larga lista de amantes va descubriendo un universo masculino que se corresponde bastante bien con los patrones psíquicos estudiados por Freud y compañía. Tengo a los personajes, tengo el título y varios finales posibles. Sólo me falta decidir el estilo y encontrar las ganas de ponerme a redactar. Estoy dudando si utilizar un lenguaje directo y descarado, al estilo de Lucía Etxebarría, o meterme en el rollo novela rosa-erótica de las Cincuenta sombras de Grey. Me inclino más hacia lo primero, que para eso es una de mis escritoras favoritas; aunque lo segundo me parece mucho más fácil, la verdad. No sé, tal vez sea un salto demasiado grande, pasar de Mamá se va a la guerra a esto. ¿Qué opináis?
Por cierto, no he hablado últimamente con la editorial, pero a través de una amiga, sé que a ella ya le ha llegado el ejemplar de MSVALG que compró a través de la web de Cuento de Luz. Sí que me han dicho que el marketing del cuento y la distribución a través de librerías serán para después del verano, igual que el cuento en inglés. No tengo ni idea de cómo hacer lo de las dedicatorias que me estáis pidiendo algunos. Supongo que según nos vayamos viendo o si en algún momento se organiza alguna presentación pública.
Son las diez y media de la noche. Afuera llueve a cántaros, así está todo aquí tan verde. El paisaje me recuerda muchísimo a mi querido altiplano del Ecuador.
Veré si soy capaz de conectar el portátil a internet y enviaros esto.
Os he hablado de Lucía Etxebarría, pero hay otros escritores que me gustan mucho, especialmente Paul Auster. Comparto con vosotros una página de mi diario que he escrito inspirada en él. Como en otras ocasiones, es bastante íntima, pero espero que alguna parte os traiga recuerdos del pasado y que lo disfrutéis. Después de este email tan denso, tomadlo como una lectura de verano.
Tampoco he perdido mi sentido del humor, un poco negro. A ver si puedo mandaros también alguna foto de “bodegones”.
La semana que viene y tal vez la siguiente esté por Madrid, pero a finales de mes me escapo unos días con Cris a Positano. Sé que con el parón de junio han quedado pendientes unas cuantas comidas, cafés y copas. A ver cómo me organizo, porque quiero pasar tiempo con los niños, pero ¡¡¡también quiero veros y recuperar un poco de vida social!!!
Muchos besos,
Irene